El planteamiento del Atlético fue predecible
porque no había otro mejor para encarar el partido. Simeone tiene infinidad de
méritos, entre ellos, su capacidad para convencer a sus jugadores de hacer lo
mismo una y otra vez, pues el Atlético encadena tres partidos jugándole al
Barça de la misma manera, y solo tres milagros (bombazo de Adriano en el Camp
Nou, autogol de Gabi en el Calderón y testarazo de Neymar hoy) le impiden
presumir de resultados. Y tengan por seguro que jugarán la vuelta igual, y los
dos partidos de Liga, lo mismo, manteniendo la competitividad y la intensidad
que los caracteriza.
La idea del Atlético fue embotellar al
visitante, cerrar espacios, recuperar en zonas de gestación y contragolpear. Su
repliegue alternó entre 4-4-2 (en un principio) y 4-5-1 (cuando el Barça
superaba una línea trazada imaginariamente o incorporaba a Alba), con Costa
emparejado con el lateral izquierdo y Villa, con Piqué.